La amabilidad es un don apreciable, pero puede en ocasiones
convertirse en una patología tan o más desagradable que la falta de respeto o,
en peores casos, tornarse perjudicial y peligrosa.
El antropólogo y psicólogo social franco-japonés Jean Pierre
Kyoto nos lo ilustra con algunos ejemplos de su más reciente obra “El sinuoso terreno
de la amabilidad”, específicamente del capítulo “Camareros desquiciantes”. A
continuación, los ejemplos:
Perdónenme, les tomé hace un instante la orden de las
cervezas, una local y una extranjera, pero la extranjera se agotó. Les ruego
encarecidamente que me perdonen, que apelen a su buena voluntad y caridad
humana y no tomen represalias. ¿Cómo? ¿Otra cerveza local? ¿En sustitución de
la extranjera? ¿Y ya? ¿Así de simple? Gracias, gracias, gracias. Estaré en
deuda con ustedes para siempre. Dios mío, ¡gracias!
Buenas tardes señor, buenas tardes señora, buenas tarde
niña, buenas tardes niño, aquí están las cartas, estas son las sugerencias del
día, todas pensando en el bienestar de la familia, en la unión familiar, en el
regocijo del núcleo de la sociedad. Sí, cubas libre. Bien, cuatro cubas libres.
¿Cómo? ¿Dos cubas libres y dos refrescos? Ah, ¿los niños no tomarán cuba libre?
¡Perdón, perdón, qué cosas digo! Mejor les busco otro camarero. ¿Que continúe
yo sirviéndoles? ¡Pero cómo es posible tanta generosidad! Gracias, señor. Consuman
todo cuanto deseen, que su cuenta será descontada de mi sueldo. Es lo menos que
puedo hacer. Gracias de nuevo y perdón, perdón, sí, sí, perdón.
Perdón, perdón por el retraso de quince segundos entre el
momento de usted sentarse y yo venir a atenderle, pido la más sincera excusa
por mi torpeza, mi dejadez y mi falta de respeto, señora. Entendería
perfectamente si quisiera marcharse o quejarse ante nuestro supervisor. ¿Se lo
busco? Allí está también el buzón de quejas por si lo prefiere porque tendría
usted toda la razón del mundo si quisiera provocar mi despido. ¿Cómo? Perdón,
la carta, claro, señora, acá esta. Perdón, perdón. Nuevamente, perdón,
perdón... perdón... perdón...
Buenas noches, distinguida pareja, perdón, perfecta pareja,
bienvenidos sean a este templo de la salud alimenticia. Nuestra humilde
propuesta culinaria está pensada para el bienestar de gente de bien como
ustedes, perdón, gente de absoluta perfección, perdón, la carta, perdón, las
recomendaciones, del día… ¿perdón? ¿¡Dos hamburguesas!? Pero, este lugar,
comida, vegetariana, vegetales... ehh, perdón, perdón, será como la pareja quiera
y decida. Este templo es para los fieles y los fieles hacen el templo. Perdón,
¡¡Dos hamburguesas, mesa 20!! Sí, sí, dos hamburguesas. ¡¡Mira, ven a pedir perdón!!
Buenas tardes a todos, buenas tardes a las damas, perdón,
buenas tardes a los caballeros, buenas tardes a todos ustedes que día a día nos
hacen sentir útiles al servirles las mejores carnes asadas de todo el mundo,
gracias... ¿perdón? ¿Pescado? Señora, perdón, pero acá no servimos pescado,
pero, pero, ehhhh, pero, velaremos por la satisfacción suya y de todas sus
distinguidas amistades. Enzo, ¡Enzo! Rápido, al río, ¡al río! ¡Truchas y
pescados! ¡¡Corre!! ¡¡Corre!! Perdón, perdón.
Perdóneme, pero es que existo, pero despreocúpese, ya
resuelvo ese percance.
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